Fue el martes 19 de abril por la mañana en el Espacio
Cultural “El Mercado”. En la jornada disertaron los Profesores de Historia José
Luis De La Fuente Izquierdo y Eduardo Pincén, chozno del célebre cacique
Vicente Pincén, cuyas tolderías ocuparon en el S. XIX territorio del actual
Distrito de Puan,
La charla denominada “¿Quiénes somos?: el desafío de
recuperar identidades” se orientó a repasar la actualidad de los pueblos
originarios, sus reivindicaciones, la lucha por sus derechos y la necesidad de
reconocerse como sujetos activos de una cultura. Y contó con un auditorio
integrado por alumnos de las escuelas secundarias de Puan.
(*) En los umbrales del Siglo XIX, con la Argentina consolidada
como país unificado, dotado de una Constitución, ese proyecto de Nación
necesitaba ganar para el Estado tierras productivas, que favorecieran el
desarrollo económico. Para lograr ese objetivo, la elite gobernante planeó y
ejecutó lo que sería un genocidio, es decir el exterminio sistemático de los
pueblos originarios, que ocupaban vastos territorios.
“El Día del Aborigen Americano” se estableció en 1940,
durante un Congreso de Indigenistas realizado en México y convocado por su
presidente Lázaro Cárdenas, que tenía antepasados en los pueblos originarios.
Lo más llamativos es que los indigenistas que concurrieron
de todos los países, no eran indios, sino blancos interesados en temas
indígenas”, aclaró Pincen al comienzo de la charla.
Olvido y despojo
En cuanto a la actualidad de los miembros de los pueblos
originarios sobrevivientes de aquella masacre, ambos profesores coincidieron en
que continúan siendo discriminados y no se han integrado, llegando a
convertirse en seres sin identidad, despojados de su cultura y vedados de ser
parte activa del mismo Estado que los aísla.
“Es momento de integrarlos, de respetar el espíritu
intercultural de la Constitución de 1994, por ejemplo con la implementación de
las clases multiculturales en quechua o guaraní y castellano”, expresaron.
“Sus tierras les fueron arrebatadas y fueron destinados a
lugares donde la naturaleza no los provee de los recursos suficientes, carecen
de los derechos básicos, como el del acceso al agua (en muchos casos recorren
varios kilómetros para obtenerla), la salud o a una completa alimentación. En
el norte y el litoral, donde una vez vivieron tranquilamente, hoy se extienden
miles de hectáreas cultivadas de soja”, indicó De La Fuente, Director de la
Escuela Secundaria N° 5 “Octavio Lavigne”.
Y señaló que los Estados Nacionales reconocen a sus pueblos
originarios, pero al mismo tiempo los exponen como objeto de discriminación y
abusos.
“Todo este proceso de invisibilización comenzó a fines del
Siglo XIX, con el exterminio. Sumado a eso, siempre existió en la sociedad el
natural temor a lo diferente, siendo considerado una amenaza.
Reivindicación
El blanco vio en el indio a un bárbaro, a un animal. Por eso
se los confinó en cárceles o campos de concentración a lo largo de la frontera,
donde se los explotaba laboralmente y se los separaba de sus familias.
Otros eran llevados a grandes distancias, solos, sacándolos
de sus tierras y trasladándolos a provincias lejanas con las que el individuo
no tenía ningún tipo de filiación. Los niños fueron relegados en orfanatos o
regalados a ciertas familias.
Debemos reivindicar a estos pueblos, garantizándoles el
acceso a sus derechos porque ellos también son argentinos.
A los indios no solo se los mató físicamente, sino que
mataron sus tradiciones, llegando a hacerles sentir vergüenza de su lengua, de
su historia, de su vestimenta. Eso se transmite de generación en generación”,
apuntó el Director de la Escuela Secundaria N° 5.
Jeremías, uno de los alumnos presentes en la charla,
reconoció que “es muy triste de hablar de esto pero es la total realidad”.
El cultrún
En Puan, entre las cosas cotidianas, encontramos objetos que
nos acercan a los pueblos originarios.
“Muchos de nosotros llevamos sangre indígena, solo que
algunos lo reivindican y otros lo niegan”, explicó Pincén.
El docente se refirió al uso del cultrún y recordó que su
figura aparece en el actual logo de la Municipalidad de Puan.
Se trata de un instrumento de percusión usado para producir
música y como herramienta para convocar a los espíritus y al Dios Futachao, una
deidad con identidad masculina y femenina al mismo tiempo. También servía de
calendario, para seguir de cerca los tiempos de cosecha y siembra,
Estaba fabricado con un cuenco de madera, en su interior
poseía piedras, y se recubría por encima con cuero del estómago del caballo.
El cultrún era usado por las machis, mujeres que servían de
conexión con el universo de los dioses.
Otro de los elementos ligados a la iconografía de Puan, es la
llamada Guarda Pampa (chakana en el mundo incaico) no es originalmente mapuche,
pero es prueba del intercambio cultural que existía entre pueblos originarios
distantes entre si.
El cultrún representaba también la cosmogonía mapuche,
pueblo del que Pincén reconoció ser descendiente, aclarando que por sus venas
también corre sangre tehuelche.
Sobre el reconocimiento que la historia les debe a los
pueblos aborígenes, los docentes mencionaron que algunos caciques e indios que
tuvieron protagonismo fueron recordados con la imposición de sus nombres a calles
de pueblos y ciudades.
“Una particularidad es que esas calles están ubicadas casi
siempre en la periferias de los centros urbanos”, admitió De La Fuente.
Eduardo
En tanto, Pincén, al repasar la historia de su familia,
contó que, muerto el Cacique Vicente Pincén, sus hijos y restantes familiares,
fueron dejados a cargo de un soldado de nombre Eduardo Carracedo.
Carracedo, les permitió a los Pincén conservar su apellido.
Por ese motivo, el hijo de la primera generación de cada familia se llama Eduardo.
(*) Artículo producido, escrito y editado por alumnos de 6to año de la E.E.S.N° 5
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